Desde esta semana hemos comenzado a recibir sesiones de meditación en nuestras clases, gracias a la colaboración de Ana Jiménez.
Ana, madre de un alumno del centro, es una enamorada del yoga y la meditación, y realiza estas magníficas sesiones de forma voluntaria. Para que comprendamos mejor los beneficios de la meditación en los niños, ha compartido con nosotros estas palabras:
Ana, madre de un alumno del centro, es una enamorada del yoga y la meditación, y realiza estas magníficas sesiones de forma voluntaria. Para que comprendamos mejor los beneficios de la meditación en los niños, ha compartido con nosotros estas palabras:
Dijo el Dalai Lama, que si enseñáramos meditación a cada niño y niña de ocho años, eliminaríamos la violencia en una sola generación.
En mi opinión, es maravilloso enseñar a los niños y niñas a meditar, a profundizar en sí mismos y conocerse desde temprana edad. Esto les ayuda a tener vidas centradas, conscientes y felices.
La meditación es una para todos, tengas la edad que tengas, sólo cambian los ejercicios o técnicas que nos ayudan a llegar a ella. Aunque es importante practicarla desde pequeños, tu edad siempre es la mejor para comenzar a disfrutarla y recibir sus múltiples beneficios.
Enfocar la atención influye de manera positiva en la percepción que tenemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, uno es más consciente de lo que ocurre dentro y fuera de uno mismo, de lo que desea y de lo que no desea, de lo que siente y de lo que no siente, así como de lo que desean, sienten o hacen los demás. En resumen, adquirimos más consciencia.
Los niños y niñas que practican meditación saben aprovechar mejor sus inteligencias. Esto les ofrece, por tanto, mayor éxito en todas las experiencias que viven. Son más capaces de enfrentarse a las frustraciones y dificultades, a través de la aceptación de lo que ocurre.
Disfrutan de una mente más clara, centrada y focalizada, que les ayuda a tener una mayor capacidad de atención, concentración y memoria. Mejoran la calidad de sus decisiones y aumentan el rendimiento en sus estiudios.
Crecen y viven más sanos. Duermen mejor. Mejoran su sistema inmunológico y se preparan para una madurez más sólida.
Son más felices, se quieren más a sí mismos. Tienen más autoestima, más seguridad y confianza en sí mismos. Mejoran la relación con otras personas, aumentan su capacidad de compasión, son personas más cooperativas y empáticas. Muestran gratitud.
Son más resueltos, menos impulsivos y se sienten más calmados ante situaciones estresantes o difíciles de la vida. Ponen distancia entre sus pensamientos y sus emociones, al tener más consciencia de ellas y autorregularlas mejor.
Son más responsables de sus emociones, de su vida y de su felicidad.
Ana Jiménez
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